El amor es la
fuerza que guía mi camino. Es luz, es energía, es vida. Sin amor, no sería. El
amor me libera de mí y me lleva a lo que realmente soy. Me une y me conecta al
campo infinito donde todo es posible, donde no existe el miedo.
No, el amor no
es solo querer a alguien o algo. Va mucho más allá. Es un estilo de vida, es
una forma de ser y de estar. Donde no necesitas nada porque ya lo eres todo. Es
un espacio mágico donde no hay cabida para la queja, para el sufrimiento, para
los juicios…
El amor
transforma a cualquiera por donde pasa. Y hace desaparecer el tu y yo, para
fundirse en un “nosotros”, sin fronteras, sin límites ni restricciones, sin
diferencias, sin dualidad. A veces el amor se precipita por un vacío sin fondo
y tú, inocente, te haces mecer por la duda de seguirlo o quedarte donde
estabas. Si elijes esto último, quedarás estancado en tu zona de confort, en lo
conocido, pero sin amor. El amor no tiene fronteras y si quieres vivir desde
esta consciencia tienes que seguirlo, aunque a veces suponga saltar al vacío.
El amor no tiene
raza, ni sexo, solo vida. Y sus manifestaciones pueden aparecer a la vuelta de
la esquina. ¿Quién no ha visto a un perrito saludando profusamente a su dueño
cuando llega a casa? El amor se encuentra en el susurro de los árboles al mover
sus hojas, en el canto de los pájaros cuando amanece, en la puesta de sol, en
la caricia del viento en nuestra cara, en el romper de las olas en la arena…
El
amor no nos abandona, somos nosotros quien le damos de lado. Cuando creemos que
somos diferentes al que tenemos en frente, o especiales, cuando nos sentimos
separados de lo que nos rodea, y dejamos que el miedo entre en nuestras vidas.
El miedo nos separa del amor, pues nos paraliza, nos lleva a la huida o al ataque.
Cuando hay amor no temes nada, ni siquiera por tu existencia, porque sabes que
eres infinito y tu cuerpo un simple traje de este planeta.
El amor es la
forma más elevada de ser en este mundo. Si tienes amor, no necesitas nada más.
Y la vida te sonríe, aunque sea en una celda, en la habitación de un hospital o
en tu casa. Porque las barreras vienen desde la mente, y el amor es capaz de
hacerlas añicos, para que fluyas con la vida y descubras la sonrisa de tu
corazón, la generosidad de la vida cuando nos deja abrir los ojos un día más y
experimentar en este mundo más historias.
Cuando tus
acciones son desde el amor, la vida te cambia. Y descubres que es más
gratificante no aparcar en la zona de minusválidos por amor al prójimo que
pueda necesitarlo que por miedo a la multa.
El amor te eleva
a la versión más elevada de lo que puedes ser, y te anima a seguir creciendo, a
continuar descubriendo lo que tu existencia tiene preparada para ti. Entonces
eres capaz de arrojar a la hoguera todo lo que creíste que eras, los límites
con los que creciste y los que construiste tu mismo, para trascender a otro
estado dentro del mismo disfraz de tu cuerpo. Es en ese instante cuando
descubres que el amor es ilimitado y, por tanto, que tu eres libre y no tienes
fin.
El amor
verdadero existe cuando sientes el mismo afecto por un desconocido, por una
planta o un animal que por tu hijo, por tu familia o por tu pareja porque
descubres todos somos todo.
El amor
enriquece, engrandece y te hace llegar a tu esencia. Es la verdadera luz y el único
camino.
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