Todos podemos ser villanos o héroes, solo depende de lo que elijamos ser. Si queremos sobrevivir desde el sufrimiento, el apego y lo que cuesta a veces vivir, habremos elegido el papel de villano. Si decidimos apostar por el amor, por recorrer el camino disfrutando aunque a veces existan obstáculos, si vemos esas piedras del camino como nuestro aprendizaje, entonces, entonces seremos héroes de nuestra vida.
El villano se
apega a las cosas materiales, a las personas y cede su poder a otros. Dota a
algo o a alguien de un potencial que está realmente dentro de él mismo...
El héroe se
enfrenta con sus demonios, toma la decisión de ponerse en marcha y adquiere un
compromiso consigo mismo. Renuncia a lo que le hace sentir más cómodo.
Un héroe es
valiente, no se dispersa, se enfoca, se olvida de los objetivos del ego y se
alinea con el propósito de su alma, siendo los descubrimientos por el camino su
mayor éxito.
Al héroe no ha
de irle bien en la vida, ser rico, un trabajo estable… tiene que sentirse en
paz.
Aún así, cuando
el héroe siembra y aparece el resultado, el villano pude intentar boicotearte
para que vuelvas al sufrimiento.
En lo más
profundo de lo que somos, tanto el héroe como el villano llevados al extremo
son lo mismo, pues ambos vienen a enseñarte dónde estás desde diferentes
perspectivas. Los maestros del amor son todas aquellas personas que te enseñan
lo que no es amor para que te veas dónde no estás en amor.
El héroe ama,
está en contemplación de esa persona, ve su luz pero no le pide que haga nada
por él.
El villano vive
en el enamoramiento, con la expectativa de que el de en frente cubra sus
necesidades, sus huecos. Ve la potencialidad de la luz que tiene a su lado
disfrazada como pareja y espera que haga por él lo que él mismo no quiere
hacer.
El héroe no le
dice a nadie lo que tiene que hacer, pues cuando se “es” no importa lo que haga
el de al lado, siempre estará bien. Si lo dices es porque eres tú quien no
tiene integrado lo que tienes que hacer y no el de en frente.
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