El desarrollo
del ego espiritual se evita cuando somos conscientes de que los fenómenos son
un don más allá de nuestro propio yo personal. Somos canales del amor, no su
origen. El progreso espiritual es resultado de la gracia y no de nuestros
esfuerzos personales. La gratitud reemplaza al orgullo del logro. El proceso de
la entrega continua más profundamente a medida que dejamos las creencias,
opiniones, apegos…
Nadie pude ser
distinto a como es. El amor aumenta lo positivo de los demás y no sus defectos.
Se centra en la bondad de la vida en todas sus expresiones...
El amor no
espera nada de los demás. Los amamos sin importar como son, incluso si son
odiosos. No hay apegos, expectativas, intenciones ocultas, o recuento de quien
da qué a quien. Nuestro amor es incondicional por lo que somos y por lo que
son. Se entrega sin requisitos. Ninguna cadena ata. No esperamos nada a cambio cuando
damos.
El amor ilumina
la esencia y, por tanto, la amabilidad de los demás. Esto es por lo que el amor
abre el corazón. La mente piensa y
discute, pero el corazón sabe. Los pensamientos nos dicen una cosa y el
corazón otra. La mente puede ser crítica y no estar de acuerdo pero el corazón
es amor sin importar a qué y no pone condición sobre lo que está ahí fuera. No
exige nada.
Una clave para
llevar a cabo el amor incondicional es el perdón.
Con el perdón los acontecimientos y personas son recontextualizados simplemente
como limitados, no malos o antipáticos. Con la humildad estamos dispuestos a entregar nuestra percepción de un
acontecimiento pasado. Observamos las recompensas que hemos obtenido al
mantener nuestra percepción en lo que ocurrió y dejamos ir las pequeñas
recompensas: el placer de la autocompasión, de tener razón, de ser agraviado,
nuestros resentimientos…
Con el tiempo
entregamos hasta la propia idea del perdón, pues perdonar a alguien significa
que aún estamos viendo a la persona o situación como equivocada.
Dado que todo
juicio es un juicio a uno mismo, si llegamos a este nivel, nos liberamos de
este proceso.
A medida que se
producen los cambios internos, puede que nuestro estilo de vida suponga un
cambio para el observador o no. Sin embargo, los hábitos y el comportamiento,
aunque puedan ser los mismos, ya no son compulsivos. A menudo se pueden
modificar sin molestias.
De forma
contraria, se pueden producir cambios bruscos y repentinos en el estilo de
vida, incluyendo cambios en la profesión, debido a cambios de valores internos
y a la expansión de intereses y de
visión. Ahora que estamos conectados a una dimensión mayor, puede haber una
inmersión en ella a través de la contemplación, la meditación, el arte, la música,
los gestos, la lectura, la escritura, la enseñanza…
Los periodos de
quietud interior se vuelven mas frecuentes y mas duraderos. Pueden ocurrir a un
nivel muy profundo y curiosamente se pueden seguir de un periodo de gran
agitación y lucha interior por el intenso trabajo interior que ya no tolera la
negatividad. Ahora que tenemos un mayor poder de conciencia somos capaces de
llegar al fondo de ella y manejar las situaciones que nos brinde la vida desde
allí.
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