Hubo un momento en que perdió las huellas.
Perdió todo lo que llevaba anclado a su espalda, los viejos paradigmas, las formas, las máscaras, la vergüenza, la culpa, los disfraces y la gramática...
Perdió todo lo que llevaba anclado a su espalda, los viejos paradigmas, las formas, las máscaras, la vergüenza, la culpa, los disfraces y la gramática...
Perdió las horas y el reloj, el calendario y las esperas, los anhelos y las certezas.
Perdió todo aquello que fue, todo lo que inútilmente esperó, todo lo que anheló y caminó y todo lo que se quedó en el arcén.
Y así, perdiéndolo todo, también perdió el miedo, el miedo a los juicios y a los feroces autojuicios, el miedo a la muerte y el miedo a la vida, el miedo a perderse, el miedo a perder...
Y desnuda de todo, desprendida de su vieja piel, encontró un corazón sucediéndose a sí mismo, retumbando cada poro de su ser, un tambor profundo de barro, estrellas y raíces resonando desde dentro con voz de anciana-niña, que le recordaba latido a latido, que estaba viva, eternamente viva,y que era libre, valientemente libre.
AUTOR: Ada Luz Márquez-Hermana Aguila.
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