Existen cinco emociones básicas:
La alegría: asume una función de
recompensa ante situaciones exitosas con el objetivo de poder repetir dichas
acciones ventajosas en el futuro.
El asco (o disgusto): provoca una
reacción de rechazo ante alimentos en mal estado u olores dañinos para el
organismo.
La ira: aumenta el flujo sanguíneo a
las manos para que sea más fácil empuñar un arma o golpear a un enemigo; el
aumento del ritmo cardiaco y la tasa de hormonas, como la adrenalina, generan
la cantidad de energía necesaria para acometer acciones vigorosas...
El miedo: facilita la respuesta de
huida ante diferentes peligros: el fuego, animales… Puede desencadenar una
respuesta de inmovilidad ante un contexto determinado para pasar inadvertido
por su depredador como opción mas eficiente para sobrevivir.
La tristeza: deriva en la insistencia
sobre el error cometido presumiblemente como estímulo para no volver a
cometerlo.
Preocuparse es estar en un estado mental que
te lleva a pensar lo que has podido hacer en el pasado que pueda tener
consecuencias en el futuro.
El sistema
neuronal más relacionado con las emociones reside en el sistema límbico. Éste está compuesto de diferentes partes:
-
La amígdala:
detecta una situación de peligro y nos ayuda a buscar una estrategia adecuada
para salvar el riesgo. También nos obliga a recordar nuestros traumas. La
amígdala guarda experiencias dolorosas que se activarán rápidamente solo con
apreciar cualquier similitud que esté relacionado con el trauma vivido en el
pasado. La amígdala no olvida jamás. Por eso hay que mantenerse alerta frente a
las situaciones que desencadenaron el conflicto. Regula el miedo. No es posible
el razonamiento.
-
El
hipocampo: almacena recuerdos episódicos ligados a acontecimientos vitales.
Coge toda la información proveniente de los sentidos (cosa, persona, lugar,
olor…) y la asocia a una experiencia. Usamos por tanto, lo que ya sabemos, para
comprender lo que no sabemos. Nos estimula a la búsqueda de lo desconocido.
-
El
tálamo: procesa todas las señales del entorno.
-
El
hipotálamo: controla el apetito, los patrones de sueño, regula la
temperatura, la conducta sexual y la respuesta a la ansiedad.
- Los
ganglios basales: asocian pensamientos y sentimientos con acciones físicas,
permitiendo automatizar el aprendizaje.
- Giro
cingulado: colabora con la memoria emocional. Se asocia con estructuras
emocionales de malestar, procesa respuestas al estrés y modulan la conciencia.
La capacidad de equilibrar el cerebro que se encarga de las emociones y de
los pensamientos se conoce como inteligencia emocional.
Esta inteligencia es la que se intenta aumentar. Pero muchas veces, los engramas, que son una marca orgánica
sobre el tejido nervioso debido a un estímulo en el pasado, soporte de la
memoria; no nos lo ponen fácil.
Esto se debe a que el engrama pertenece a la mente reactiva e
inconsciente, y por tanto, ahí se almacenan dolores, sensaciones, palabras,
hechos, lugares, ruidos… El engrama lo almacena todo, aún cuando algo nos
impacta mucho y se lleva al inconsciente. Por este motivo, la activación de
ciertos sonidos, frases, olores… puede llevarnos a estados emocionales que
nuestro razonamiento no comprende.
Una vez que conocemos la situación activadora de esa emoción, se pueden
buscar los engramas y viajar al pasado en busca de situaciones que resuenen con
el engrama inicial. Estos engramas pueden estar relacionados también con el
árbol genealógico y el periodo embrionario.
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