"El auténtico valor del ser humano viene determinado principalmente por la medida en la que se ha logrado liberarse del yo"
Tu destino está en tus manos. Eres el universo creado por tus
pensamientos, transformado en emociones y manifestado en acciones. No vivimos en
el universo. Somos el universo. La gente considera que andar sobre las aguas o
flotar suspendido en el aire es un milagro. Pero el verdadero milagro es
caminar sobre la tierra. Tu destino está en tus manos. No esperes a perder todo
lo que eres y todo lo que tienes para ponerte de pie. Tú eres tu único capitán
y sólo tú puedes digirir el timón de tu barco. Ser tu propio yo único y
verdadero es lo que permite a los demás interactuar contigo a nivel de su
propio ser infinito. Y esto, amigo mío, está en tus manos...
Pasamos unos días relativamente tranquilos en casa. Nazaret seguía
con su menstruación artificial. Tanta cantidad de sangre tenía acumulada que
estuvo tres meses (de nuevo este número) sangrando diariamente. Nazaret lo vivía
como el adiós de la regla. Ya no tendría más menstruaciones a pesar de su
juventud, pero fue una despedida larga.
Mientras tanto había conseguido ponerme en contacto con Itzíar Orube, una terapeuta experta en
biodescodificación, más concretamente en la Nueva Medicina Germánica, que nos
aconsejó una amiga médica docta en “las otras medicinas” antes que yo. Meses
previos la hubiese catalogado más en el mundo de los locos que de los cuerdos.
Ahora he conseguido entenderla. Nazaret quería ver a Itzíar. Por algún motivo
sentía que esa medicina tenía más lógica que la que llevaba practicando yo
misma durante todos los años profesionales. A mí me costaba asumirlo. No sabía
relacionar cómo una afección física se podía corresponder con el alma. Y cómo,
curando el alma, se podía curar la enfermedad. Claro, que tampoco sabía que el
alma enfermase. Eso eran cosas de cuentistas sacadineros. Sin embargo, los ojos
de Nazaret me mostraban el camino rotundamente, hasta tal punto que, a mi mente
tan obstusa, la hacía confundirse.
No había transcurrido ni una semana desde el alta, pero
Nazaret pensó que sería bueno ver a Itziar antes de acudir a la consulta del
oncólogo. Así que, la tarde previa al desplazamiento hacia el nuevo hospital,
nos dispusimos a concertar una cita con ella. Conseguimos llegar a casa de
Itzíar, dibujada en un pueblecito malagueño, no sin perdernos unas cuantas
veces por caminos de tierra y piedras. Ella estaba convalesciente, sin poder moverse
de la cama. Sin embargo, aun así aceptó nuestra visita. Ante su imposibilidad
de bipedestación, nos dijo dónde escondía las llaves de casa para abrir
nosotras mismas la puerta principal. Aquello más parecía una aventura que una
visita a una especialista de otras medicinas. Llegamos por fin a su morada,
pequeña y acogedora. Nos esperaba desde hacía bastante tiempo, todo el que nos
habíamos retrasado. Nos la encontramos tumbada en la cama. Nos escuchó con gran
interés. Y también nos contó su historia, espeluznante, si no hubiese escuchado
otras similares en ese lapso de tiempo.
Ella fue diagnosticada de cáncer de mama a finales de los
años 80, coincidiendo con su hermana, a la que le habían diagnosticado el mismo
tipo de cáncer. Su hermana decidió tratarse con la medicina que se conocía, y
se conoce, con más fuerza. Y se administró quimioterapia, radioterapia y
cirugía. Ella, por el contrario, conocía al Dr Hamer, fundador de la Nueva
Medicina Germánica, y decidió ponerse en sus manos. El resultado final fue que
su hermana se murió al poco tiempo y ella sobrevivió. Pero no termina ahí la
historia, 10-15 años después, tras un dolor lumbar le detectaron múltiples
metástasis óseas sobre todo. De nuevo, siguiendo la escuela que la había
librado de las consecuencias del cáncer de mama, las metástasis desarapecieron.
¿Por qué una hermana murió y otra, que
parecía dejarse llevar por la vida sobrevivió? ¿Podría ser el destino? ¿Tal
vez, este tipo de medicina funcionase? ¿Habría un error diagnóstico tanto en el
cáncer inicial como en las metástasis años después? Si esta última pregunta
fuese cierta, lo cual dudo, actualmente con el diagnóstico precoz se podrían
hacer falsos diagnósticos de neoplasias, que claro, al no ser lo que se cree
que es, si el cuerpo sobrevive a la bomba de la quimioterapia, también lo haría
al inexsistente cáncer.
Cuando nosotras le contamos nuestra historia, se sorprendió
mucho. Nos dijo que había muchos conflictos mezclados y que, en su estado, no
tenía la suficiente lucidez mental para ayudarnos. Nos recomendó a un
compañero, que además había hecho la especialidad de oncología y que, tras
contemplar las barbaridades con las que abusaban de sus pacientes, decidió
cambiar el sistema hasta donde él podía. Decidió ampliar los ciclos de
quimioterapia en función del estado del paciente, disminuir también la
radioterapia, aumentar el diálogo todo lo que necesitase, ofrecer medicina
energética y otras alternativas para quien lo desease…
En definitiva, aplicar
una medicina integrativa que tanto
grita a voces la sociedad. El resultado fue que sus pacientes objetivamente se
morían mucho menos que los del resto de sus compañeros. Y esto se resolvió con
un despido. Así fue como supimos del Dr.
Javier Herráez y de que trabajaba en Barcelona, un poco alejado de nuestra
residencia, si bien era una ciudad bastante conocida por mí para moverme en
ella.
En casa de Itziar estuvimos casi tres horas. Para mí
transcurrieron como cinco minutos. Absorta en la conversación que estaban
manteniendo Nazaret y ella, me preguntaba si todo aquello tenía sentido. Y si
era afirmativo, me preguntaba dónde había quedado mi sentido todos estos años
de mi vida. Ella hablaba con una gran entereza, confianza y sabiduría. Tanto
que costaba trabajo tratarla de impostora. A pesar de no ser médico, tuve que
reconocer que sabía más anatomía y embriología que yo. Y, por otra parte, ella
era el ejemplo tangible de aquello que propugnaba y practicaba. Rebusqué en lo
más profundo de su ser para desacreditarala, pero es que ni siquiera nos cobró.
Fue la primera vez que escuché que el cáncer se debía a un resentimiento, a
rencor que se podía generar desde la infancia y quedaban ocultas en el
subconsciente... cualidades que, sinceramente, no definían a Nazaret. Ahora
creo que, a pesar de que este enfoque pueda acertar con muchas patologías, hay
algo que trasciende a cualquier explicación humana.
Ambas cansadas por el
físico y la charla, se despidieron. Nazaret estaba más tranquila. Todo aquello
que sintió en el hospital se estaba materializando. Había otro tipo de medicina
que se encargaba de sanar cuerpo y alma, y la estaba descubriendo. Era el
principio de comenzar a derribar los muros de las limitaciones. Sin embargo,
estaban bajo unos cimientos muy bien enraizados, y a penas, los hacía
tambalearse.
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