A veces la
palabra sanación no siempre se relaciona con desaparición de la enfermedad. Una
persona con cáncer puede sanarse del mismo y aún así, morir a consecuencia de
éste. En otras ocasiones, puede que desaparezca la enfermedad física pero siga
el cáncer en su cuerpo. La sanación transciende al cuerpo humano y a lo que
entendemos como curación porque implica un bienestar no sólo físico, como en el
caso de la curación, sino también emocional y social. No se está sano si se
tiene sufrimiento o rencor o si se está frustrado. Es cierto que si persisten
los síntomas físicos, se podría considerar que no está sanado. Esto es así si
los síntomas los tomamos como unos oponentes con los que luchar la guerra que
un día comenzó, casi siempre, de forma inconsciente. Pero si aceptamos, casi
con certeza que esos síntomas disminuirán y los viviremos como un aprendizaje
en el camino que nos ha tocado vivir, llegando incluso a considerarlos como un
regalo...
Alguien dijo una
vez que el mundo está enfermo. Y yo me pregunto, siguiendo esta analogía, si
alguna vez ha estado sano. Cuando nos “usamos”, ya sea a la propia tierra para
cultivo, a los animales o a nosotros mismos, desde la necesidad, no desde el
compartir con caridad, donde no hay carencia; cuando nos “utilizamos”, ¿no significa que estamos enfermos? Se podría
pensar que no todo se hace desde la escasez, y es cierto. Pero hemos de
recordar que aún somos imperfectos. Nuestros telómeros, la parte final del ADN,
se acortan, y como poco necesitamos comer y dormir. Lo segundo quizá dependa sólo
de nosotros, pero para saciar al primero necesitamos de lo que nos rodea. No
estamos exentos de poder elegir cuando comer y cuando no. La mayoría no podría
ayunar durante meses o años. Entonces, ¿es
parte de nosotros la enfermedad? ¿Tenemos que aceptarla como una pieza más del
puzle de la perfecta “imperfección” que somos?
Esto me lleva a
verlo todo desde un punto de vista opuesto. Quizá el mundo sea perfecto y esté
en armonía. Quizá esa obligación de interaccionar con la naturaleza o con el
otro, ya sea por necesidad como lo es el saciar el hambre, contenga la clave
para hacer lo que hemos venido a hacer. Tal vez las enfermedades no sean más
que un mero recordatorio de dónde nos perdimos. Tal vez el mundo sea la más
perfecta imperfección que exista. Demostrándonos que todo está bien si se hace
desde la consciencia y desde el amor incondicional.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por participar en esta página