miércoles, 27 de julio de 2016

Tu enfermedad como mi metamorfosis: El miedo

"Nada en la vida debe ser temido, solamente comprendido. Ahora es el momento de comprender más, para temer menos"
Marie Curie



Lo más gracioso es que yo antes ya era espiritual, a través del cristianismo conseguía conectar con mi Yo Soy y con Dios. No terminaba de convencerme del todo el catecismo católico (recuerden que a la gente con mi orientación sexual no nos tienen mucho aprecio), pero aquello que profesaba Jesús, el amor incondicional, resonaba conmigo. La desconexión con la espiritualidad llegó a los 19 años, cuando me echaron del internado (no era de monjas) donde trabajaba y en el cual llevaba viviendo como alumna 4 años y como educadora casi 2, al contarle a mi jefa que me había enamorado de una chica (compañera por cierto). Tras decirme que estaba enferma y que tenía prohibido impartir catequesis y el contacto con las alumnas, mis domingos de misa y noches de rezos se fueron espaciando hasta que desaparecieron. 

No solo ya conocía la espiritualidad y la había dejado aparcada, sino que un año antes de que todo esto comenzara, viviendo en Barcelona mientras hacía el máster que mi ego siempre quiso hacer, tuve la oportunidad de conocer casi todas las medicinas “alternativas” de las que he hablado antes. E hice lo mismo… “parece interesante, pero ya las veré, ya las veré…” y quedaron relegadas al baúl de mi cerebro mientras llenaba su hueco de publicaciones, ensayos clínicos y asistencia hospitalaria para claro, aprender a salvar el mundo. Me avisaron, lo sé. Pero soy tan cabezota que hasta que no recibí la gran “colleja cósmica”, no me enteré. Creo que no había otra manera de hacerlo conmigo...


No había sido consciente de todo lo que he conocido y aprendido en tan poco tiempo hasta este mismo instante en que lo plasmo en papel. Y no, no me arrepiento de todo lo que nos ha pasado. No volvería atrás a vivir desde la inconsciencia y desde el vacío. Es más, me llena de entusiasmo el sentir que tengo la oportunidad de ser aquí y ahora y rodeada de gente que amo. Por tanto, a la pregunta de si volvería atrás a mi antigua vida, ya puedo responder en mayúsculas: NO.

Doy gracias y acepto para dejar fluir, para dejar ir… es la única forma que conozco para reconocer que esta situación que estoy viviendo es lo que necesito en este preciso momento para evolucionar. Y aceptando estoy en paz conmigo misma y con mis circunstancias. Me hago consciente del para qué. Después de muchas pataletas interiores he descubierto, como dicen muchos sabios, que o vives en el miedo o en el amor.

Evidentemente yo antes lo hacía desde el miedo: miedo a equivocarme con el diagnóstico o tratamiento de un paciente, miedo a cambiar de trabajo, de casa, a la responsabilidad ya sea del cuidado de hijos, mascotas, plantas, miedos infundados como la crisis, que estalle una tercera guerra mundial, miedo a enfermar, a la muerte de seres queridos y a la mía misma, a quedar mal con alguien, a engordar, miedo al miedo que no es más que ansiedad… Pero el miedo solo me paralizaba, y me hacia posponer todos los cambios que inconscientemente necesitaba. Es complicado darse cuenta de que el miedo es una ilusión, no existe.

Para mí el miedo o se debe a un mal recuerdo del pasado que no quiero que se repita en el presente o es causado por pensar en un desenlace fatal que crees que pasará en el futuro. A mi me daba miedo ante el mínimo síntoma de Nazaret volver a pensar que tendríamos que ingresar o la opción B, que en pocos meses se moriría. Hoy, ahora eso no existe. Y solo cuando dejo de pensar en lo que puede pasar, empiezo a disfrutar de lo que está pasando. 


Por eso ahora quiero escribir la historia con detalles. Escribo para curar la herida desde el gozo.

2 comentarios:

  1. Gracias por compartir esta experiencia, por exponer como te has despojado de ideas preconcebidas, de miedos, de falsas certezas; de todas esas capas que cuando caen permiten ver vuestra esencia. Espero aprender de vosotras.

    ResponderEliminar
  2. Gracias por compartir esta experiencia, cómo te has despojado de ideas preconcebidas, de miedos, de falsas certezas; capas que cuando caen permiten ver la verdadera esencia de las personas. Espero aprender de vosotras y recaptar la espiritualidad que, como tantos, he dejado aparcada.

    ResponderEliminar

Gracias por participar en esta página