jueves, 27 de julio de 2017

El buen terapeuta y el estupendo


Una de las diferencias entre el buen terapeuta y el estupendo es que este último te guía hacia tu capacidad innata de curarte y en último término fomenta tu independencia. Los grandes médicos saben que todos tenemos una sabiduría interna y utilizan su trabajo como una forma de ayudarnos a entrar en contacto con ella.

Muchos profesionales de la salud buscan que te vuelvas dependiente, en la mayoría de ocasiones de forma inconsciente, porque eso justifica su existencia y porque es de la forma que los han enseñado, lo que han aprendido generación tras generación. Esto no es más que la explicación de que no están en contacto con su ser invencible, y por ello creen verdad que todos necesitamos arreglos e intervenciones constantes, y consecuentemente, proyectan esa creencia en sus pacientes...


Pero lo que diferencia a un gran curandero o un gran médico es darte el poder a ti, crear un canal para que conectes con tus propias capacidades curativas naturales. Y eso al final hace que el sanitario acabe siendo innecesario, evidentemente. Pero, para un profesional de ese tipo, ese es el precio de la excelencia.

Cuando hablamos sobre los grandes maestros o gurús se puede aplicar esto mismo. Un maestro que es realmente bueno sabe que su verdadero propósito no es ganar concursos de popularidad acumulando cada vez más discípulos que dependen de ellos para obtener respuestas; su verdadero propósito es despertar al maestro, a la sabiduría interior que hay en cada uno de sus alumnos, liberándolos así de la necesidad de tener un maestro.

No hay que rechazar el tener maestros, terapeutas o gurús a los que se respete, pero cuando crees en ti y estás en contacto con tu propio sistema de guía interior, el buen maestro llegará en el momento adecuado con la respuesta que necesitas. Y puede llegar adoptando cualquier forma: por ejemplo, la de un fontanero, una frase en un cartel de publicidad, un libro o alguien de la televisión. Y lo sabrás porque lo que te diga, lo que leas, lo que sientas… va directamente a tu interior, desencadenando una sensación de emoción, quizá se te ericen los vellos del cuerpo o tal vez emane una sonrisa espontánea, porque este mensaje no te causará ansiedad ni hará aflorar tus miedos. 


Todos los extremos son igualmente dañinos por eso estar siempre centrado en la salud no sólo es capaz de mantenerte atrapado en la creencia de que te pasa algo malo; sino que, al obsesionarte con cualquier cosa, aunque sea con la salud, se convierte en contraproducente cuando la motivación subyacente es el miedo y no la voluntad de acceder a tu guía auténtica. 

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