El egoísmo viene
de no amarte a ti mismo y del miedo al sentirte separado de lo que te rodea.
La falta de
autoestima proviene de no respetarse a uno mismo, de no saber escucharse, de la
necesidad de cubrir un vacío muy profundo propio hacia al exterior y, en
definitiva, también del no amor hacia uno mismo. Así muchas personas sin
autoestima se ven avocadas a volcarse en los demás para llenarse de algo que
ellos mismos no son capaces de encontrar en su interior. Arrojamos al exterior
nuestros sueños, nuestros anhelos, viviendo entre el pasado y el futuro...
Creemos quienes somos por lo que nos han dicho nuestros padres, la sociedad o nuestros
propios dogmas inculcados a fuego desde la infancia. Y no nos atrevemos a
descubrir quien realmente habita en el vehículo de nuestro cuerpo.
El egoísmo y la
falta de autoestima comparten la misma raíz: la falta de amor a uno mismo. Pues
no es más egoísta el que se quiere más como se piensa, sino el que se ama
menos. El egoísta no comparte por miedo: miedo a la escasez, a los juicios, a
que descubran quien realmente eres. Y el miedo es lo opuesto al amor. Aquellas
personas que se dan hasta extenuarse lo hacen a su vez por miedos: a quedarse
solos, al rechazo, al abandono… Toda relación desequilibrada en el ser humano
está fundamentada en la carencia, en la necesidad y en la escasez, pues buscas
en el otro aquello que crees que te falta.
El equilibrio
estaría en fluir con la vida y confiar en ella sabiendo que lo que te está
ocurriendo en ese momento, aunque lo sientas como algo doloroso, es lo mejor
para ti en ese momento y tiene una razón de ser. La armonía estaría en cambiar
la percepción de que estás separado del resto, en respetarse a través de la
sincera escucha con lo que tu ser te habla, en tener el valor suficiente para
adentrarte en conocerte, con tus luces y tus sombras, en vivir en presente.
El
equilibrio estaría en ser honestos con nosotros mismos, en definitiva, en
cambiar el miedo por el amor que todo lo sana. Esto nos llevaría a aprender a
compartir desde el corazón, sin sustituir.
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