martes, 20 de marzo de 2018

El hacer como creencia del cambio


El hacer es la creencia en el cambio. Es la creencia en que, si tú no haces, nada ocurre. En el hacer, tú tienes que resolver tus problemas, a tu manera. Hacer debilita, pues es una lucha contra lo que percibes como oposición. El hacer quiere que los demás también hagan. Todas sus acciones se dirigen al cambio, sea del tipo que sea, como el cambio espiritual, basado en tener que hacer algo para ser digno de la vida...


Se le llama camino espiritual, pero al final quedas en manos del ego espiritual. Éste siempre procura desanimarte y, si consigues alguna de las metas que te has propuesto, te hace caer en la tentación de la comparación para que te sientas diferente o especial.

En cambio, el ser es un estado de conciencia en el que sabes que nada te puede faltar, no hay necesidad ni carencia. Sabes que todo se te mostrará a su debido momento. Que se te proporcionará lo que te haga falta para poder realizar su función en el mundo del tiempo. El estado de ser te aleja del sufrimiento y de la búsqueda. Es un estado de aceptación plena, la conciencia de que nadie está en un lugar erróneo.

Es un estado de rendición, de no resistencia, que te llena de energía para sentirte guiado hasta donde la vida crea conveniente que estés. En el estado de ser no hay preocupación alguna. La mente se mantiene alerta ante los embates de la duda y del miedo, ambos adscritos al hacer.

Un pensamiento revestido de sentimientos y de emociones es como una gran ola, una especie de tsunami en el mar infinito de la consciencia. Tu atención hace que esta ola (esta onda de información) colapse en forma de una experiencia concreta. Tu atención es como una pared, es pura resistencia. Dicho de otra manera, da sentido a la onda que te llega. Si no te resistes, esta onda de información revierte otra vez a la fuente. Mantenerte alerta, vigilar tu mente, es un requisito fundamental para alejarte de las influencias del mundo dual. El mundo dual vendría ser como una resistencia de nuestra mente.

Si somos observadores podemos comprobar que nuestra atención colapsa las ondas de información en situaciones concretas. Así que vemos solo aquello que de verdad buscamos. Vemos lo que queremos ver, aquello a lo que prestamos atención. Y muchas veces, nuestra atención está condicionada por nuestras creencias y programación.

Sin conciencia, la materia se mantiene en un estado de probabilidad. Cuando hay conciencia, se produce el colapso de onda de acuerdo a cómo vibra esta conciencia. La mente poseída por el ego insiste en creer en la dualidad y en el control.

Tus experiencias guardan correlación con tu nivel de conciencia, de vibración, pues en el universo todo es vibración, todo es resonancia. Hay que despertar a la verdad de que cada conciencia tiene la posibilidad de aumentar cuando se conecta con la consciencia.


Para hacerlo es imprescindible dudar del mundo que ves, darte cuenta de que el mundo en el que vives es una ilusión o, dicho de otra manera, producto del nivel de conciencia de una colectividad que vibra a una frecuencia determinada.

Cuando nos vemos en el otro estamos en la verdad. Cuando nos sentimos separados del otro, vivimos en la ilusión.

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