miércoles, 24 de mayo de 2017

La iluminación desde el Amor


El desarrollo del ego espiritual se evita cuando somos conscientes de que los fenómenos son un don más allá de nuestro propio yo personal. Somos canales del amor, no su origen. El progreso espiritual es resultado de la gracia y no de nuestros esfuerzos personales. La gratitud reemplaza al orgullo del logro. El proceso de la entrega continua más profundamente a medida que dejamos las creencias, opiniones, apegos…

Nadie pude ser distinto a como es. El amor aumenta lo positivo de los demás y no sus defectos. Se centra en la bondad de la vida en todas sus expresiones...


El amor no espera nada de los demás. Los amamos sin importar como son, incluso si son odiosos. No hay apegos, expectativas, intenciones ocultas, o recuento de quien da qué a quien. Nuestro amor es incondicional por lo que somos y por lo que son. Se entrega sin requisitos. Ninguna cadena ata. No esperamos nada a cambio cuando damos.

El amor ilumina la esencia y, por tanto, la amabilidad de los demás. Esto es por lo que el amor abre el corazón. La mente piensa y discute, pero el corazón sabe. Los pensamientos nos dicen una cosa y el corazón otra. La mente puede ser crítica y no estar de acuerdo pero el corazón es amor sin importar a qué y no pone condición sobre lo que está ahí fuera. No exige nada.

Una clave para llevar a cabo el amor incondicional es el perdón. Con el perdón los acontecimientos y personas son recontextualizados simplemente como limitados, no malos o antipáticos. Con la humildad estamos dispuestos a entregar nuestra percepción de un acontecimiento pasado. Observamos las recompensas que hemos obtenido al mantener nuestra percepción en lo que ocurrió y dejamos ir las pequeñas recompensas: el placer de la autocompasión, de tener razón, de ser agraviado, nuestros resentimientos…

Con el tiempo entregamos hasta la propia idea del perdón, pues perdonar a alguien significa que aún estamos viendo a la persona o situación como equivocada.

Dado que todo juicio es un juicio a uno mismo, si llegamos a este nivel, nos liberamos de este proceso.

A medida que se producen los cambios internos, puede que nuestro estilo de vida suponga un cambio para el observador o no. Sin embargo, los hábitos y el comportamiento, aunque puedan ser los mismos, ya no son compulsivos. A menudo se pueden modificar sin molestias.

De forma contraria, se pueden producir cambios bruscos y repentinos en el estilo de vida, incluyendo cambios en la profesión, debido a cambios de valores internos y a  la expansión de intereses y de visión. Ahora que estamos conectados a una dimensión mayor, puede haber una inmersión en ella a través de la contemplación, la meditación, el arte, la música, los gestos, la lectura, la escritura, la enseñanza…


Los periodos de quietud interior se vuelven mas frecuentes y mas duraderos. Pueden ocurrir a un nivel muy profundo y curiosamente se pueden seguir de un periodo de gran agitación y lucha interior por el intenso trabajo interior que ya no tolera la negatividad. Ahora que tenemos un mayor poder de conciencia somos capaces de llegar al fondo de ella y manejar las situaciones que nos brinde la vida desde allí.

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